*La asociación civil Espolea, a través su Programa de Política de Drogas y Reducción de Daños, asegura que la prohibición al consumo de alcohol entre jóvenes, que el gobierno federal pretende aumentar la edad legal para adquirirlo de 18 a 21 años, no ayudará a abatir las adicciones.
VALLE DE MÉXICO.- En el marco del Día Internacional de la Juventud, celebrado el pasado 12 de agosto, el titular del Instituto Mexicano de la Juventud (IMJUVE), Miguel Ángel Carreón presentó a los medios de comunicación el informe titulado “El consumo de bebidas alcohólicas entre jóvenes mexicanos”.
A propósito de dicha publicación, Carreón comentó que la dependencia a su cargo presentó a la Cámara de Diputados una iniciativa de ley para incrementar de 18 a 21 años la edad legal para consumir alcohol.
En otras palabras, el IMJUVE pretende lidiar con el “problema” del consumo de alcohol en jóvenes haciendo uso de la única estrategia que históricamente se ha probado inefectiva: la ilegalización de la adquisición y el consumo de bebidas alcohólicas –y otras drogas para todos los efectos prácticos-.
La iniciativa de Ley, presentada junto con otro par de “acciones programáticas” impulsadas por el IMJUVE como la campaña Conciencia 0-100 y el Concienciabus, pretende ser una propuesta basada en evidencia científica y anclada a la “realidad del consumo” que, además, buscará atacar un problema particularmente “alarmante” entre la juventud mexicana: el aumento sostenido en la prevalencia de consumo.
Y es que de acuerdo a las cifras proporcionadas por la misma institución, entre el 2005 y el 2010 el número de jóvenes consumidores de alcohol aumentó en 9,9%.
"En Espolea nos oponemos categóricamente a este tipo de iniciativas, pues sabemos que han demostrado ser no sólo ineficientes en el cumplimiento de sus objetivos –eliminar el consumo de drogas entre jóvenes- sino altamente dañinas para las poblaciones a las que pretenden servir", reza el comunicado de la Asociación Civil.
A continuación enlistamos algunas de las razones por las que reprobamos el actuar del Imjuve:
Primero, resulta particularmente irresponsable para una dependencia del gobierno federal proponer un cambio legislativo y/o la instrumentación de una política pública basándose en indicadores engañosos que sólo contribuyen a la desinformación y a la estigmatización de las personas que usan drogas, sean éstas legales o ilegales.
Así, impulsar la prohibición del consumo de sustancias so-pretexto de un aumento en la incidencia acumulada de ingesta de alcohol es un acto mentiroso que demuestra el desconocimiento de las realidades de consumo y evidencia el uso manipulativo de datos oficiales para no abordar los verdaderos problemas de la juventud.
En palabras claras, la incidencia acumulada (haber consumido alcohol al menos una vez en la vida) como indicador no sirve para ilustrar ni la presencia de un problema de salud pública, ni la existencia de conductas abusivas o la sobre-exposición a factores de riesgo.
Lo que es más, estadísticamente hablando es un hecho que mientras la población crezca las prevalencias acumuladas también lo harán, razón por la que el alarmismo con el que se presenta este casi 10% de aumento en el consumo nos parece desproporcionado y fuera de contexto.
Segundo, argumentar que la prohibición alejará a las y los jóvenes del consumo de alcohol es tan falso como pretender que las juventudes no tienen agencia sobre sus decisiones, ni capacidad de actuar de manera racional.
Asimismo, demuestra que la institucionalidad pública en materia de juventud desconoce las lecciones aprendidas a nivel mundial respecto de la prohibición del alcohol, que en los años 30 causó en Estados Unidos la agudización de una serie de problemáticas sociales alimentando la ilegalidad, la violencia, la adulteración de bebidas y el número de muertes por intoxicación, sólo por citar algunos ejemplos.
Tercero, la incapacidad de hablar de drogas y juventud también queda en evidencia al ignorar que el consenso erudito –incluyendo a la Organización Mundial de la Salud- demuestra que las estrategias de Reducción de Daños funcionan mucho mejor en poblaciones en riesgo y en contextos donde el uso de drogas no se puede –o quiere- descontinuar.
Así, una verdadera acción afirmativa para las juventudes consistiría en brindar información libre de tabúes y en poner a disposición de las y los jóvenes los medios para protegerse: comida, agua, transporte público seguro, bebidas de calidad, servicios médicos amigables, etc.
Cuarto, afirmar que el aumento en el consumo de alcohol entre mujeres jóvenes obedece a su “empoderamiento” resulta no sólo indignante para los 57 millones de mujeres que diariamente contribuimos al desarrollo de este país en condiciones de inequidad, sino que representa un riesgo más para la instrumentación de políticas públicas discriminatorias que continúen minando nuestros derechos en lugar de protegernos.
Finalmente, cabe recordar al Instituto Mexicano de la Juventud que el marco jurídico de este país reconoce que un individuo es mayor de edad al cumplir 18 años, lo que le hace un ciudadano con derechos, libertades y obligaciones.
Si el IMJUVE verdaderamente buscara promover los derechos de las personas que dice representar y proteger, encontraría que hay maneras mucho más efectivas y eficientes en términos de política pública para retrasar el consumo de alcohol, y existen buenas prácticas para reducir la prevalencia del abuso de la sustancia.
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