Mujeres y Café, exquisita combinación

*De Sueños y Locuras

Por Gabriel MarS

 

Egresado de la Universidad de la vida, estudió la licenciatura en sonrisas imperceptibles en la facultad de Sueños y fantasías, ha trabajado como aplana calles en la gran urbe de cemento con luces de neón, visitante asiduo de la aventura corteja a menudo a la hermosa Ixchel y sus estrellas, en sus ratos libres se desempeña como consultor en calidad y procesos de tecnología.

 

Todo comenzó esa madrugada que como tantas otras había sido difícil conciliar el sueño, así que decidió levantarse, había que aprovechar el día después de todo ya estaba amaneciendo, un baño tibio y extenso para despejar las dudas y seguir soñando despierto. El desayuno fue breve, tan ligero como el aire que circula en esos días cuando tienes ganas de olvidarte de todo lo que haces, lo que tienes, lo que eres…

 

Al fondo sonaba esa canción de corte grupero “Y tú que sólo pensabas en todos mis errores y nunca aceptabas mis explicaciones, y tú que sólo inventabas más de una excusa para esconder la verdad oculta”. Justamente el día estaba predispuesto, era casi fin de semana, viernes chiquito para unos, juevebes para otros. Así pensaba mientras engullía el desayuno que por mucho tiempo había consistido en una buena costumbre inculcada desde los años mozos en casa de los padres decía Don Chuy “Come antes de salir porque cuando trabajes nunca sabrás si tendrás tiempo”.

 

Esas frases habían sido objeto de burla irónica en mi tiempo de “no hagas nada” Cuando despertaba casi a medio día y el aroma a café penetraba mis sentidos y como no, si la cocina empezaba labores temprano, mi hermana la abogada hacia más ruido que el microbús que me llevaba a la escuela y mi madre siempre dispuesta a regalar un mucho de su tiempo, me decía “ándale tomate una taza de café, que te caiga algo en la panza” entonces no tuve más remedio que agarrarle el gusto.

 

¿Así había sido siempre? no recuerdo en que momento me enamore de la exquisitez de su aroma, del saborear su cuerpo, del dulce que dejaba en mis labios, de ese fuego ardiente que desprendía un vaho cálido y tranquilizante en las noches de frio, sí, era extraño toda la vida había bebido esta sustancia liquida de negro profundo, antes de que los científicos dijeran que proporcionaba antioxidantes y no recuerdo ahora que tantos otros beneficios.

 

Yo sólo sabía que era parte del rito y más desde la ocasión en que Don Chuy me compartió la frase de un buen café debe ser así “Negro como la noche, puro como un ángel, caliente como el infierno y dulce como un beso” desde entonces yo siempre me preguntaba cómo habría sido acuñado el concepto, aunque tal vez simplemente fue alguien que disfrutaba del café de altura de Córdova, Chiapas, Veracruz. En fin esas sensaciones se fueron adueñando de mí, al correr del tiempo en esa oficina del banco canadiense desde el primer día a la fecha bebía de esa sustancia, que me reanimaba de tal manera que sin saber se convirtió en un ritual, como los viejos chamanes que re querían de concentración para expresar sus conocimientos en pro de la comunidad, así yo requería de esa dosis que me inspiraba a soñar despierto en medio de computadoras y gente extraña.

 

En esas estaba sorbiendo un trago de amor y tecleando algunos correos de esos que dicen urge porque era para ayer, como si no tuviera otra cosa en que ocuparme, esta oficina no era muy diferente a otras y tal vez por eso recordaba mis clases de la universidad cuando el profe nos decía muchos jefes atienden lo urgente y olvidan lo importante, de pronto recordé que tendría vacaciones yeah¡¡¡; aunque no sabía remotamente que hacer con tanto tiempo, hacía mucho que no tomaba un relax, la última vez en las costas del pacífico mexicano habían sido agridulces, y como no, si fue la última vez que la vi enamorada de mí, la última vez que contemple la inmensidad del mar a su lado con una chelas bien frías y música de banda para complacerla.

 

Desde entonces el tiempo había pasado vertiginosamente tan así que perdí la noción del mismo, doce meses en este lugar habían sido un suspiro, la mujer con nombre de diosa ya había despertado mi interés por ese exótico lugar en el sureste mexicano decía maravillas de la región, flora, fauna, arqueología, ríos etc. En cada plática de sus viajes a la selva chiapaneca me intrigaba y al mismo tiempo me cuestionaba ¿y sí me lanzo?

 

El lugar se mostraba como un reino para un hombre ávido de sueños. Así que no hubo mucho que pensar el internet funciona de maravilla en ciertas circunstancias y el dinero plástico pago mis boletos, total me habían dado la libertad de elegir cuantos días que no lo dude Chiapas era mi destino. El vuelo fue excelente y la región mostró su mejor cara, lluvia, ríos y comida típica fue de lo mejor en esos momentos, ya en la madrugada el día pintaba súper, puesto que horas antes había llovido, el cielo estaba estrellado y diáfano, algo excepcional para los ojos de un citadino, el clima era algo gélido sin embargo una mujer de bella sonrisa me recibió con un buenos días en un español que inmediatamente percibí que no era el típico que escuchaba en la ciudad.

 

Después de un viaje de no sé cuántas horas por fin llegamos al restaurant a desayunar, ahí entablamos conversación un delicioso café de la región de Ocosingo fue el pretexto para indagar de donde venía, Colombia respondió ella, estoy de vacaciones llegue ayer y quiero saber qué puedo hacer en este bello lugar.

 

Rápidamente le di algunas sugerencias Toniná, Tuxtla, Las Nubes, Lagos de Montebello, Velo de novia y demás lugares que había visitado días atrás mientras observaba su rostro detenidamente, el tiempo paso sin darme cuenta hasta que el guía dijo en voz alta es hora de partir Misol Ha nos espera y ciertamente fue así, una caminata más que agradable bordeando las cascadas, platica y más platica hasta que nos dimos un buen chapuzón en esas aguas cristalinas así transcurrió el tiempo.

 

Mientras nos dirigíamos a la zona arqueológica de Palenque continuamos la conversación es extraño pero éramos los únicos en hablar español, el resto alemanes, ucranianos y americanos se mantenían serios, flemáticos y un mucho distante.

 

Ya en Palenque sobre las pirámides y con una vista increíble tomamos unas buenas postales, intercambiamos teléfonos, correo electrónico y demás datos de redes sociales, total la tecnología acerca cuando la distancia es mucha, pensaba mientras caminábamos juntos.

 

Unos tacos de cochinita pibil fue el pretexto ideal para tomarle la mano y apartarnos por un instante, hasta que el niño lacandón de ojos pispiretos se acercó e intentó convencernos de comprar artesanías, él al igual que yo se sintió atraído por esta mujer de la región del café y le compartió su sueño de que en unos años iría a buscarla a Bogotá.

 

Ahora a unos meses de esos días, las sensaciones se entremezclan entre la rutina de la oficina, correos que tienen prisa y gente que sólo observa cuando te diriges a cualquier lugar que no te corresponde, en fin así resulta la vida diaria en este lugar donde el café aún conserva el aroma de mujer……