CORRUPCIÓN Y CRÍSIS POLÍTICA

Por Celso Domínguez Cura

En estos momentos en que están en entredicho y son severamente cuestionadas las instituciones que deberían ser garantes de la vida pública y democrática de nuestro país; sobre todo por los hechos en que se ven envueltas, es necesario analizar este resquebrajamiento.

 

Tan es así, que palabras como extorción, demagogia y corrupción entre otras, son tan comunes que para muchos son parte de nuestra cultura.

 

  Una de las máximas manifestaciones de estos hechos de corrupción es el soborno, el cual se define Según W. Michael Reisman como: “el hecho de ofrecer y aceptar una recompensa por eludir un deber manifiesto, es decir, que es un pago excepcional considerado ilegal por la autoridad” sin embargo, siguiendo en sus conceptos a este autor, existen varios tipos de soborno, dependiendo de qué, cómo y quién los realice.

 

Así mismo, nos dice Reisman, que existen dos planos de análisis; el del Sistema Mítico y que son las normas y reglamentos que sirven para disuadir a que se cometa el soborno, y un Código Práctico que es lo que en realidad sucede en la vida cotidiana. Planos estos en permanente contradicción dependiendo de la situación, del lugar y la cultura en la cual se dan los hechos de corrupción.

 

Así también nos dice Reisman existen varios tipos de soborno, uno de ellos es el Soborno Transaccional, en el cual no se viola una norma, sino que de lo que se trata es de acelerar trámites, en este caso lo que se está gratificando es el uso del tiempo, como cuando se le dice a alguien que ponga un archivo o expediente más próximo al primero, o como cuando se requiere un acta de nacimiento pero se da una gratificación para que se acelere la entrega, este es un tipo de soborno que muchas veces tiene que ver con la gestoría.

 

Otro tipo de Soborno es el que él llama de Variación, así el Soborno de Variación lo que se trata es de detener la aplicación de una norma, como cuando se da una mordida para que no se aplique alguna infracción de tránsito, por ejemplo. Pero el tipo de soborno que hace mucho más daño, (y esto no quiere decir que los anteriores tipos de sobornos no se sean condenables), sobre todo en estos momentos y en nuestro país es el que Reisman llama la Compra Descarada, en este tipo de sobornos no se gratifica el tiempo, ni se gratifica por la no aplicación de una norma en particular, sino que se compran hombres… y en los hechos es un soborno político.

 

Es el caso de la compra de regidores o legisladores para que se aprueben o desistan de aprobar determinadas propuestas de ley, o la forma en que ejercen presión los cabilderos, que no son sino personas con determinados conocimientos y que representan los intereses de grandes empresas, tales como las de telecomunicaciones o petroleras extrajeras… Esto es el caso mismo de Enrique Peña Nieto, pues desde que era gobernador del Estado de México ha sido muy cuestionado primero, por sus enredos y conflictos de intereses; después por el apoyo descarado de las televisoras a su campaña, factura que ahora se le estará cobrando.

 

Pero el reciente caso de la llamada “Casa Blanca” es el corolario de todos sus entre-dichos. Es decir esto se enmarca dentro de lo que Reisman nos tipifica como una Compra Descarada, es decir, al imponer a Peña Nieto, no sólo se compró a un hombre; se compró un presidente. Y sin embargo siempre hay formas de justificar los sobornos y todo tipo de corrupción que va desde el favor a los ciudadanos, hasta el sacrificio y fraude patriótico, o por todos los pretextos que se pongan a nombre de la nación.

 

Sin embargo, esto ya ha hecho crisis, pues la corrupción es uno de los flagelos que más le duelen a nuestro país. Y es una crisis creada por la corrupción y por la pérdida de credibilidad se ha agravado en una grave crisis política. Pues como lo apunta el mismo Reisman: “hay una crisis (política) y de la sociedad, debido a que hay un sentimiento generalizado de que algo va muy mal, que los valores de ciertos grupos están disminuyendo, pero que las respuestas racionales aparentemente se han agotado: no se han presentado ni acordado análisis convenientes ni medidas significativas para remediar las situaciones.

 

 Las explicaciones tradicionales de los problemas sociales (el enemigo, agitadores externos, comunistas, las clases bajas, los judíos, los anarquistas …y el “peligro para México” agregaría yo) no son palpables, porque su potencial de catarsis también ha sido agotado”.